martes, 30 de agosto de 2016

Mejor que nuca

“A ver un partido de fútbol” pensó Andrea “Si, si, seguro que es para eso” Pero al llegar a casa de Julián descubrió que realmente estaba preparando palomitas para sentarse a ver la televisión.
-¡Qué bien te lo montas! ¿No? ¿Quién juega?
-Borussia Dortmund contra Liverpool, son las clasificaciones.
-Ah -asintió ella mirándose las uñas- que interesante...
-Lo que pasa es que has llegado un poco tarde, están en el descanso y sólo queda la segunda parte, pero bueno, así cuando termine podemos hacer otra cosa.
-Claro -se sentó en su sofá de un golpe asustando al caniche de Julián que saltó de allí molesto y esperó hasta que el partido se hubo reanudado para preguntar- Una cosa ¿de parte de quién estamos, de los puntitos amarillos o los rojos? Si es que estás de parte de alguno claro, porque estos equipos serán de Dios sabe donde...
No había sido buena idea invitarla, no podía oír nada de lo que decían los comentaristas.
-El Borussia es Alemán, el Liverpool inglés. Yo estoy con el Dortmund. -contestó cortante para que se callase.
-Pues si que ha cambiado el fútbol ¿Antes jugaban sólo dos equipos, no?
-El Dortmund es el Borusia -aclaró él cansinamente.
-¿Por qué tienen dos nombres?
-No sé -se sentó por fin dejando el cuenco de palomitas entre los dos y tomando un puñado- Se pone interesante -añadió fijando su atención en el televisor.
-¿Eso es una indirecta para que me calle? -preguntó tratando de atraer su atención.
-¿Quién ha dicho nada de callarte? Si te has sentido aludida no es mi problema, y deja de inventar que te gusta más un pelea que a un tonto un lápiz.
-Pues mejor porque no entiendo muchas cosas y te las pienso preguntar, que lo sepas ¿Me oyes? Te pienso preguntar ¿Vale? ¿Julián? Si no lo sé te pregunto ¿Vale? Porque quiero enterarme ¿Si?
-Pregunta cuando quieras -la retó sin desviar la mirada de la pantalla.
-A ver si respondes -ella contempló las sombras verdes proyectándose en la cara de él durante unos segundo- ¡Julián!
-¿¡Qué quieres ahora!?
Si la cosa empezaba así el chico no podía imaginar como iba a aguantar un tiempo entero ignorándola.
-¡Qué respondas!
-¿A qué?
-¿Con quien estamos con los puntos rojos?
-No... con los amarillos.
-Pues que mal, ese chándal es más feo. Si parecen pollos...
Julián reprimió las ganas de estamparle el cuenco de palomitas en la cabeza y trató de concentrarse en el partido pero a los dos minutos ella volvió a la carga, cuando una falta ocasionó el primer plano de un jugador Alemán.
-Acaba de empezar a gustarme el fútbol -comentó.
-Más quisiera yo -aseguró él desesperado.
-Pero ¿Tú has visto a ese Alemán? Uff, que guapo.
-Tiene veintiocho años y es sueco -la contradijo él receloso, exactamente el efecto que ella había deseado.
-Uau veintiocho años -ironizó- no le han salido canas de milagro eh...
-Si, si -la ignoró tratando de oír el televisor.
-Creo que ese salía en un anuncio de colonias muy chulo -añadió la otra incansable- normal, con ese cuerpazo podría ser modelo...
-No prestas mucha atención a los anuncios de colonia entonces -rebatió el muchacho- aunque a este paso, que los futbolistas ya venden de todo... ¡Falta! ¡Eso ha sido falta clara árbitro asqueroso! ¡menudo comprado...!
Andrea se revolvió desesperada, no funcionaba la técnica del enfado, tampoco podía ponerlo celoso. ¡Qué complicado era combatir contra un partido de fútbol! Tendría que intentarlo de otra forma.
-Qué emocionante se pone el partido a estas alturas -comentó la muchacha.
Él la miró unos segundos escéptico, con las cejas arqueadas.
-Si ¿Verdad? -se rindió devolviendo su atención a la pantalla.
-Hace hasta calor -comentó quitándose la chaqueta y lanzándola al suelo con un gesto amplio.
-Pon el aire si quieres -dijo Julián quitándole importancia al asunto y haciendo como si espantase moscas.
Ella se estampó sonoramente la mano en la cara y se levantó para acudir a la cocina y servirse un vaso de agua. Al regresar se sentó de nuevo con la misma brusquedad que la vez anterior y derramó las palomitas. Ante lo que Julián sólo se encogió de hombros.
-Ya las recojo yo, aunque sea tu casa -remarcó Andrea.
-Es que las has tirado tu...
-Pues haber sujetado mejor el cuenco...
-Lo siento, lo que pasa es que hasta ahora no había contemplado mi sofá como una cama elástica.
Ella puso los ojos en blanco y se agachó, se colocó en el suelo de rodillas y recogió palomita por palomita echándolas al cuenco.
-Hay un recogedor en la cocina -comentó él.
-¿Si? Pues en la cocina no es muy útil.
-Por eso, ve a cogerlo y así tardas menos -aclaró Julián comiendo de las palomitas que habían quedado en su regazo.
-No, no -se negó Andrea- a ver si me voy a perder algo de este emocionante torneo.
-Bueno, pues estate quietecita ¿quieres?
Ella se puso de pie indignada y se sentó de nuevo en el sofá, esta vez con delicadeza fingida, mientras se quejaba:
-Es que ya no se puede ni limpiar...
-¿Limpiar? -él la miró unos segundos- Oye si te aburre el partido puedes irte...
-Osea que encima de ignorarme me echas de tu casa.
-Yo no te estoy echando -se defendió rápidamente- pero es que como te veo incómoda...
-Bueno, yo pensaba que me ibas a decir que si me aburría el partido podíamos ver otra cosa, o hacer otra cosa -sugirió.
-Si, si, tú sólo espérate quince minutos que ya se acaba, estoy seguro de que no hay prórroga.
-Si tú lo dices...
Y sorprendentemente se contuvo unos minutos tratando de pensar una nueva estrategia, aunque aquella locura había llegado a niveles complejos. Finalmente, a los tres minutos se colocó cabeza abajo en el sofá, con las piernas cruzadas suspendidas en el aire.
-¿Pero qué haces? -exigió saber Julián.
-Es que hoy me he saltado mi clase de yoga por venir contigo.
-Vaya, pues no sabía yo que había yoga a las once y media de la noche -inquirió. Pero poco después se produjo un penalti en el que su equipo falló- pero si es que eres un estorbo -comenzó a gritar a la televisión- con las melenitas esas, que seguro que no ves, para vender colonia es para lo único que sirves pedazos de... fuf, mira que fallar eso.
-Pues si, hay yoga hasta horas insospechadas en el gimnasio -seguía ella.
-Seguro que la sesión dedicada a la paciencia te la saltaste el viernes pasado también.
-Pues seguro que también sería para venir aquí a pasar un rato contigo, aunque... para la cuenta que me estás echando...
-¡Espérate que termine el partido! -estalló.
-Haberme dicho que te ibas a quedar mirando a la cajita tonta y no vengo tan temprano -se justificó dándose la vuelta de nuevo para intentar ponerse el pie en la cabeza.
-Pero si es que yo pensaba que te gustaba el fútbol Andrea... ¡Será posible! ¿¡Pero a ti para qué te pagan portero!? Ya hemos tenido que empatar...
-¡Oh Dios mío qué desgracia! -bromeó Andrea- No sé como no explota el mundo después de este terrible suceso.
Pero el muchacho no lo tuvo en cuenta, por lo que ella se calló unos minutos, de hecho finalizó en tiempo añadido y en lugar de acabar tendría que pasar a la prórroga.
-¡Por fin se ha terminado!
-No se ha terminado, no. Ahora juegan dos tiempos de quince minutos después del descanso -la corrigió.
-¿Pagas por esto? ¿Por ver un montón de partidos iguales de equipos de por ahí?
-Si... para esto pago, para esto pago. Y los partidos no son todos iguales sino que como tú no ves ninguno pues...
-¡Y no te aburres Julián? -le preguntó cuando el chico trataba de oír lo que decía el locutor sobre la lesión del capitán.
-Me aburro de otras cosas antes -estalló muteando la televisión- de ti, por ejemplo, me tienes aburrido.
Ella se echó las manos al pecho ofendida.
-¿Aburrido tú? ¿Y yo qué? Llevo aquí tres cuartos de hora viendo algo que ni me va ni me viene, de verdad que cuando te pones así me dan ganas de irme...
-Pues dicen que retener el instinto es malo -sugirió Julián.
-Ya me estás echando otra vez -se quejó.
-Yo no te estoy echando, te vas tu sola porque quieres...
-Si, me voy, si -se levantó y cogiendo su chaqueta del suelo alcanzó la puerta en un par de zancadas- y después no me vengas pidiendo perdón y persiguiendo con palabrería.
-Que si, que si -él había puesto de nuevo su atención en el aparato- Hasta mañana.
-Más quisieras tú -le respondió ella.
Aún así Julián ni se inmutó, mientras ella colocaba el abrigo en la puerta y recogía sus cosas metiéndolas en el bolso.
-Menos mal que se va... -murmuraba- vaya partidito que me ha dado la muchacha, pero vamos, seguro que se le pasa...
-¡Comienza la prórroga en este emocionante partido...! -gritaba el locutor desde el televisor.
-Estás deseando que me vaya ¿No? -preguntó Andrea desde la puerta.
“Con lo rápida que es para otras cosas... el tiempo que va a tardar en recoger” pensó él.
-Pero que sepas que luego estas cosas no se arreglan tan fácil, no señor, no se arreglan tan fácil. Mañana no me vale una disculpa -comenzó a contar con los dedos- Me obligas a ver el partido, no me echas cuenta, me sacas de tu casa con indirectas, dices que te aburro... Mañana esto no se arregla tan fácil ¿te enteras? No se arregla ¿Me oyes? Aunque claro tú mañana ni te acordarás de mi.
-Si me voy a acordar, si me voy a acordar -murmuró cuando la puerta se cerró de un estallido- mejor que nunca.