“A ver un partido de fútbol” pensó
Andrea “Si, si, seguro que es para eso” Pero al llegar a casa de
Julián descubrió que realmente estaba preparando palomitas para
sentarse a ver la televisión.
-¡Qué bien te lo montas! ¿No?
¿Quién juega?
-Borussia Dortmund contra Liverpool,
son las clasificaciones.
-Ah -asintió ella mirándose las
uñas- que interesante...
-Lo que pasa es que has llegado un
poco tarde, están en el descanso y sólo queda la segunda parte,
pero bueno, así cuando termine podemos hacer otra cosa.
-Claro -se sentó en su sofá de un
golpe asustando al caniche de Julián que saltó de allí molesto y
esperó hasta que el partido se hubo reanudado para preguntar- Una
cosa ¿de parte de quién estamos, de los puntitos amarillos o los
rojos? Si es que estás de parte de alguno claro, porque estos
equipos serán de Dios sabe donde...
No había sido buena idea invitarla, no
podía oír nada de lo que decían los comentaristas.
-El Borussia es Alemán, el Liverpool
inglés. Yo estoy con el Dortmund. -contestó cortante para que se
callase.
-Pues si que ha cambiado el fútbol
¿Antes jugaban sólo dos equipos, no?
-El Dortmund es el Borusia -aclaró él
cansinamente.
-¿Por qué tienen dos nombres?
-No sé -se sentó por fin dejando el
cuenco de palomitas entre los dos y tomando un puñado- Se pone
interesante -añadió fijando su atención en el televisor.
-¿Eso es una indirecta para que me
calle? -preguntó tratando de atraer su atención.
-¿Quién ha dicho nada de callarte?
Si te has sentido aludida no es mi problema, y deja de inventar que
te gusta más un pelea que a un tonto un lápiz.
-Pues mejor porque no entiendo muchas
cosas y te las pienso preguntar, que lo sepas ¿Me oyes? Te pienso
preguntar ¿Vale? ¿Julián? Si no lo sé te pregunto ¿Vale? Porque
quiero enterarme ¿Si?
-Pregunta cuando quieras -la retó sin
desviar la mirada de la pantalla.
-A ver si respondes -ella contempló
las sombras verdes proyectándose en la cara de él durante unos
segundo- ¡Julián!
-¿¡Qué quieres ahora!?
Si la cosa empezaba así el chico no
podía imaginar como iba a aguantar un tiempo entero ignorándola.
-¡Qué respondas!
-¿A qué?
-¿Con quien estamos con los puntos
rojos?
-No... con los amarillos.
-Pues que mal, ese chándal es más
feo. Si parecen pollos...
Julián reprimió las ganas de
estamparle el cuenco de palomitas en la cabeza y trató de
concentrarse en el partido pero a los dos minutos ella volvió a la
carga, cuando una falta ocasionó el primer plano de un jugador
Alemán.
-Acaba de empezar a gustarme el fútbol
-comentó.
-Más quisiera yo -aseguró él
desesperado.
-Pero ¿Tú has visto a ese Alemán?
Uff, que guapo.
-Tiene veintiocho años y es sueco -la
contradijo él receloso, exactamente el efecto que ella había
deseado.
-Uau veintiocho años -ironizó- no le
han salido canas de milagro eh...
-Si, si -la ignoró tratando de oír
el televisor.
-Creo que ese salía en un anuncio de
colonias muy chulo -añadió la otra incansable- normal, con ese
cuerpazo podría ser modelo...
-No prestas mucha atención a los
anuncios de colonia entonces -rebatió el muchacho- aunque a este
paso, que los futbolistas ya venden de todo... ¡Falta! ¡Eso ha sido
falta clara árbitro asqueroso! ¡menudo comprado...!
Andrea se revolvió desesperada, no
funcionaba la técnica del enfado, tampoco podía ponerlo celoso.
¡Qué complicado era combatir contra un partido de fútbol! Tendría
que intentarlo de otra forma.
-Qué emocionante se pone el partido a
estas alturas -comentó la muchacha.
Él la miró unos segundos escéptico,
con las cejas arqueadas.
-Si ¿Verdad? -se rindió devolviendo
su atención a la pantalla.
-Hace hasta calor -comentó quitándose
la chaqueta y lanzándola al suelo con un gesto amplio.
-Pon el aire si quieres -dijo Julián
quitándole importancia al asunto y haciendo como si espantase
moscas.
Ella se estampó sonoramente la mano en
la cara y se levantó para acudir a la cocina y servirse un vaso de
agua. Al regresar se sentó de nuevo con la misma brusquedad que la
vez anterior y derramó las palomitas. Ante lo que Julián sólo se
encogió de hombros.
-Ya las recojo yo, aunque sea tu casa
-remarcó Andrea.
-Es que las has tirado tu...
-Pues haber sujetado mejor el
cuenco...
-Lo siento, lo que pasa es que hasta
ahora no había contemplado mi sofá como una cama elástica.
Ella puso los ojos en blanco y se
agachó, se colocó en el suelo de rodillas y recogió palomita por
palomita echándolas al cuenco.
-Hay un recogedor en la cocina
-comentó él.
-¿Si? Pues en la cocina no es muy
útil.
-Por eso, ve a cogerlo y así tardas
menos -aclaró Julián comiendo de las palomitas que habían quedado
en su regazo.
-No, no -se negó Andrea- a ver si me
voy a perder algo de este emocionante torneo.
-Bueno, pues estate quietecita
¿quieres?
Ella se puso de pie indignada y se
sentó de nuevo en el sofá, esta vez con delicadeza fingida,
mientras se quejaba:
-Es que ya no se puede ni limpiar...
-¿Limpiar? -él la miró unos
segundos- Oye si te aburre el partido puedes irte...
-Osea que encima de ignorarme me echas
de tu casa.
-Yo no te estoy echando -se defendió
rápidamente- pero es que como te veo incómoda...
-Bueno, yo pensaba que me ibas a decir
que si me aburría el partido podíamos ver otra cosa, o hacer otra
cosa -sugirió.
-Si, si, tú sólo espérate quince
minutos que ya se acaba, estoy seguro de que no hay prórroga.
-Si tú lo dices...
Y sorprendentemente se contuvo unos
minutos tratando de pensar una nueva estrategia, aunque aquella
locura había llegado a niveles complejos. Finalmente, a los tres
minutos se colocó cabeza abajo en el sofá, con las piernas cruzadas
suspendidas en el aire.
-¿Pero qué haces? -exigió saber
Julián.
-Es que hoy me he saltado mi clase de
yoga por venir contigo.
-Vaya, pues no sabía yo que había
yoga a las once y media de la noche -inquirió. Pero poco después se
produjo un penalti en el que su equipo falló- pero si es que eres un
estorbo -comenzó a gritar a la televisión- con las melenitas esas,
que seguro que no ves, para vender colonia es para lo único que
sirves pedazos de... fuf, mira que fallar eso.
-Pues si, hay yoga hasta horas
insospechadas en el gimnasio -seguía ella.
-Seguro que la sesión dedicada a la
paciencia te la saltaste el viernes pasado también.
-Pues seguro que también sería para
venir aquí a pasar un rato contigo, aunque... para la cuenta que me
estás echando...
-¡Espérate que termine el partido!
-estalló.
-Haberme dicho que te ibas a quedar
mirando a la cajita tonta y no vengo tan temprano -se justificó
dándose la vuelta de nuevo para intentar ponerse el pie en la
cabeza.
-Pero si es que yo pensaba que te
gustaba el fútbol Andrea... ¡Será posible! ¿¡Pero a ti para qué
te pagan portero!? Ya hemos tenido que empatar...
-¡Oh Dios mío qué desgracia!
-bromeó Andrea- No sé como no explota el mundo después de este
terrible suceso.
Pero el muchacho no lo tuvo en cuenta,
por lo que ella se calló unos minutos, de hecho finalizó en tiempo
añadido y en lugar de acabar tendría que pasar a la prórroga.
-¡Por fin se ha terminado!
-No se ha terminado, no. Ahora juegan
dos tiempos de quince minutos después del descanso -la corrigió.
-¿Pagas por esto? ¿Por ver un montón
de partidos iguales de equipos de por ahí?
-Si... para esto pago, para esto pago.
Y los partidos no son todos iguales sino que como tú no ves ninguno
pues...
-¡Y no te aburres Julián? -le
preguntó cuando el chico trataba de oír lo que decía el locutor
sobre la lesión del capitán.
-Me aburro de otras cosas antes
-estalló muteando la televisión- de ti, por ejemplo, me tienes
aburrido.
Ella se echó las manos al pecho
ofendida.
-¿Aburrido tú? ¿Y yo qué? Llevo
aquí tres cuartos de hora viendo algo que ni me va ni me viene, de
verdad que cuando te pones así me dan ganas de irme...
-Pues dicen que retener el instinto es
malo -sugirió Julián.
-Ya me estás echando otra vez -se
quejó.
-Yo no te estoy echando, te vas tu
sola porque quieres...
-Si, me voy, si -se levantó y
cogiendo su chaqueta del suelo alcanzó la puerta en un par de
zancadas- y después no me vengas pidiendo perdón y persiguiendo con
palabrería.
-Que si, que si -él había puesto de
nuevo su atención en el aparato- Hasta mañana.
-Más quisieras tú -le respondió
ella.
Aún así Julián ni se inmutó,
mientras ella colocaba el abrigo en la puerta y recogía sus cosas
metiéndolas en el bolso.
-Menos mal que se va... -murmuraba-
vaya partidito que me ha dado la muchacha, pero vamos, seguro que se
le pasa...
-¡Comienza la prórroga en este
emocionante partido...! -gritaba el locutor desde el televisor.
-Estás deseando que me vaya ¿No?
-preguntó Andrea desde la puerta.
“Con lo rápida que es para otras
cosas... el tiempo que va a tardar en recoger” pensó él.
-Pero que sepas que luego estas cosas
no se arreglan tan fácil, no señor, no se arreglan tan fácil.
Mañana no me vale una disculpa -comenzó a contar con los dedos- Me
obligas a ver el partido, no me echas cuenta, me sacas de tu casa con
indirectas, dices que te aburro... Mañana esto no se arregla tan
fácil ¿te enteras? No se arregla ¿Me oyes? Aunque claro tú mañana
ni te acordarás de mi.
-Si me voy a acordar, si me voy a
acordar -murmuró cuando la puerta se cerró de un estallido- mejor
que nunca.