-Muy bien, como es el primer día de
clase tras las navidades vamos a contar a nuestros compañeros qué
nos han traído los reyes magos -explicó la profesora.
Todos los niños comenzaron a hablar
estrepitosamente contando las experiencias de navidad y la mujer tuvo
que mandarlos a hacer silencio de nuevo para que pudiesen explicar
sus regalos uno por uno.
-Vamos a levantar la mano -comentó- y
el que yo señale hablará.
En ese momento un mogollón de manos se
alzaron en la clase e incluso con este método los niños seguían
haciendo ruido mientras decían “Yo” para que la profesora los
señalase.
-A ver Pablo ¿Qué te trajeron los
reyes magos?
-Un coche tele-dirigido nuevo -contestó
el niño orgulloso.
-¿Y a ti Luisa?
-A mi me trajeron carbón.
El comentario despertó risas entre los
pequeños.
-¿Te has portado mal este año?
-No -se rió ella- era carbón dulce.
Entonces José alzó la mano, como uno
más entre los muchos niños que la tenían levantada, dejando ver un
agujero que su chaleco de invierno poseía. La profesora sabía de su
difícil situación familiar así que se quedó sorprendida ya que
otros años el pequeño no había recibido regalos.
-¡José!¡Qué sorpresa! ¿Qué te han
traído este año a ti?
-Los reyes han sido muy buenos conmigo
y me han dejado una caja grande de cartón -dijo.
Todo el mundo esperó expectante y como
no decía nada más la profesora retomó la palabra.
-¿Y qué había en esa gran caja?
-Al principio yo no veía nada -narró
el niño- pensaba que los reyes me habían engañado pero después mi
mamá me explicó que ellos habían metido un poco de su magia en la
caja y era toda para mi.
La profesora lo miraba enternecida
mientras algunos niños se quejaban de que también querían un poco
de magia de los reyes para ellos y entonces José se animó y
continuó hablando:
-No creáis que tener magia es fácil,
nada más abrir la caja se me escapó toda y mi padre tuvo que
ayudarme el resto del día a encontrarla por la casa y devolverla
dentro y aún así todavía no la hemos encontrado toda.
Los niños de su clase pronto olvidaron
el regalo de José para seguir hablando de juguetes y otras cosas
pero el pequeño pidió año tras año cajas de magia para poder
jugar un día entero con su atareado padre y nunca jamás perder,
olvidar o estropear su regalo más preciado: La ilusión y el tiempo
que tenía.
Dania García-Donas Márquez en Madrid |
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