La sensación es difícil de que explicar ya que los párpados me pesan debido a la hora pero al mismo tiempo no consigo dormir de la incomodidad; No puedo hacer realmente nada confinada entre mi compañera y la ventana del tren por la que no atino a divisar más que un par de luces parpadeando en la profunda oscuridad del cielo inglés. A mi izquierda juegan a las cartas o revisan sus móviles para matar el tiempo, mientras yo ¿Qué hago yo para distraerme? Al principio dibujar sobre una servilleta de papel, dibujar cosas sin sentido, cosas bonitas... otras no tan bonitas ( de las cuales culpo al traqueteo del vehículo la mayor parte de las veces.)
Pero definitivamente acabo haciendo lo que cabe esperar, la cual es la única forma en la que finalmente consigo distraerme, la única forma que realmente me ayuda a evadirme del mundo y del aburrimiento: escribir.
Prometí un descanso, me prometí a mi misma que no escribiría durante el viaje para descargar la tensión y el agotamiento del verano repleto de letras que he vivido; Sin saber, claro está, que escribir es mi descanso y mi forma de descansar, descubriendo que escribir no me agota sino que me completa y complementa devolviéndome la vitalidad que el largo viaje me había arrebatado con sus extensas horas interminables de estar sentada sin mover ni un músculo.
Dania García-Donas Márquez |
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