lunes, 5 de marzo de 2018

Modelo en Teen Hearts

Bueno pues ahora soy modelo en prácticas de la tienda americana Teen Hearts, me han dado la oportunidad de ver cómo de efectiva sería mi imagen para ellos así que os dejo por aquí un enlace para la tienda por si queréis pasaros a visitarla. Si os interesa alguno de los artículos en ella podéis poner el código de descuento: "CRAZYHAPPINESS" justo antes de pagar y os descontarán un 15% ya que habéis conocido la tienda gracias a mí. (Además esto les ayudará a decidir mi sueldo cada mes, de pendiendo de las veces que la gente compre gracias a haberme visto.

Os dejo el enlace de la página:

https://teenhearts.com?rfsn=1081585.3a1395&utm_source=refersion&utm_medium=affiliate&utm_campaign=1081585.3a1395

Un vídeo de YouTube donde explico sobre este tema:

https://www.youtube.com/watch?v=XBLpl1_Kj9g

Y algunas fotos vistiendo con los productos de Teen Hearts:


















jueves, 22 de febrero de 2018

New book in English

Are you an English speaker? Then you can't read my recently publish book "Sombras en Alemania" Because it's completely in Spanish, but what you can do is read this new one that I'm writing just for you guys.
I hope you enjoy it, here is the link:

https://www.wattpad.com/story/135283657-ironies-of-life

jueves, 25 de enero de 2018

Dania García-Donas Márquez y Sombras en Alemania

Este libro me está acompañando allá a donde voy en mi travesía por Canadá, atándome de alguna forma a España, recordándome que allí también tengo cosas geniales y maravillosas esperándome.
Agradezco muchísimo las fotos que me estáis mandando con él, quiero que sepáis que me hacen sentir muy feliz y que crearé un vídeo de agradecimientos para todos vosotros porque realmente me estáis ayudando a cumplir mis sueños y no podéis imaginar lo feliz que me hacéis.
Aquí tenéis algunas fotos más del libro en agradecimiento.
¡¡¡Ah!!! Y hay algo más. Había pensado un hastag original para sombrasen Alemania, algo que se me ocurrió al leer el concurso de las tortas de Alcalá. Voy a empezar a llevar el libro a diferentes monumentos importante y hacerle fotos delante. Cualquiera que quiera participar puede enviarme las fotos y las incluiré al hashtag #SombrasEnAlemaniaInternacional.





















sábado, 6 de enero de 2018

Sombras en Alemania

Mi primer libro "Sombras en Alemania" ha sido publicado bajo mi seudónimo "dgdmarquez"!!!!
Ya está ala venta en papel y formato ebook en la pagina web de Donbuk, podéis acceder a través de la web promocional:
http://dgdmarquez.donbuk.com/
También disponible en Amazon dentro de una semana y en diferentes plataformas y librerías.
Os dejo un enlace a Youtube del trailer que la editorial ha creado para el libro:
https://www.youtube.com/watch?v=f27u79PE_BE&feature=youtu.be
Estoy muy ilusionada y contenta de poder publicar mi primer libro así que me gustaría empezar un nuevo hashtag. Me haríais muy feliz si cuando adquiráis el libro me mandáis una foto con él para poder añadirla a un collage promocional.
¡Muchas gracias a todos! Ayuda a extender mis sueños, te lo agradeceré de corazón.

martes, 30 de agosto de 2016

Mejor que nuca

“A ver un partido de fútbol” pensó Andrea “Si, si, seguro que es para eso” Pero al llegar a casa de Julián descubrió que realmente estaba preparando palomitas para sentarse a ver la televisión.
-¡Qué bien te lo montas! ¿No? ¿Quién juega?
-Borussia Dortmund contra Liverpool, son las clasificaciones.
-Ah -asintió ella mirándose las uñas- que interesante...
-Lo que pasa es que has llegado un poco tarde, están en el descanso y sólo queda la segunda parte, pero bueno, así cuando termine podemos hacer otra cosa.
-Claro -se sentó en su sofá de un golpe asustando al caniche de Julián que saltó de allí molesto y esperó hasta que el partido se hubo reanudado para preguntar- Una cosa ¿de parte de quién estamos, de los puntitos amarillos o los rojos? Si es que estás de parte de alguno claro, porque estos equipos serán de Dios sabe donde...
No había sido buena idea invitarla, no podía oír nada de lo que decían los comentaristas.
-El Borussia es Alemán, el Liverpool inglés. Yo estoy con el Dortmund. -contestó cortante para que se callase.
-Pues si que ha cambiado el fútbol ¿Antes jugaban sólo dos equipos, no?
-El Dortmund es el Borusia -aclaró él cansinamente.
-¿Por qué tienen dos nombres?
-No sé -se sentó por fin dejando el cuenco de palomitas entre los dos y tomando un puñado- Se pone interesante -añadió fijando su atención en el televisor.
-¿Eso es una indirecta para que me calle? -preguntó tratando de atraer su atención.
-¿Quién ha dicho nada de callarte? Si te has sentido aludida no es mi problema, y deja de inventar que te gusta más un pelea que a un tonto un lápiz.
-Pues mejor porque no entiendo muchas cosas y te las pienso preguntar, que lo sepas ¿Me oyes? Te pienso preguntar ¿Vale? ¿Julián? Si no lo sé te pregunto ¿Vale? Porque quiero enterarme ¿Si?
-Pregunta cuando quieras -la retó sin desviar la mirada de la pantalla.
-A ver si respondes -ella contempló las sombras verdes proyectándose en la cara de él durante unos segundo- ¡Julián!
-¿¡Qué quieres ahora!?
Si la cosa empezaba así el chico no podía imaginar como iba a aguantar un tiempo entero ignorándola.
-¡Qué respondas!
-¿A qué?
-¿Con quien estamos con los puntos rojos?
-No... con los amarillos.
-Pues que mal, ese chándal es más feo. Si parecen pollos...
Julián reprimió las ganas de estamparle el cuenco de palomitas en la cabeza y trató de concentrarse en el partido pero a los dos minutos ella volvió a la carga, cuando una falta ocasionó el primer plano de un jugador Alemán.
-Acaba de empezar a gustarme el fútbol -comentó.
-Más quisiera yo -aseguró él desesperado.
-Pero ¿Tú has visto a ese Alemán? Uff, que guapo.
-Tiene veintiocho años y es sueco -la contradijo él receloso, exactamente el efecto que ella había deseado.
-Uau veintiocho años -ironizó- no le han salido canas de milagro eh...
-Si, si -la ignoró tratando de oír el televisor.
-Creo que ese salía en un anuncio de colonias muy chulo -añadió la otra incansable- normal, con ese cuerpazo podría ser modelo...
-No prestas mucha atención a los anuncios de colonia entonces -rebatió el muchacho- aunque a este paso, que los futbolistas ya venden de todo... ¡Falta! ¡Eso ha sido falta clara árbitro asqueroso! ¡menudo comprado...!
Andrea se revolvió desesperada, no funcionaba la técnica del enfado, tampoco podía ponerlo celoso. ¡Qué complicado era combatir contra un partido de fútbol! Tendría que intentarlo de otra forma.
-Qué emocionante se pone el partido a estas alturas -comentó la muchacha.
Él la miró unos segundos escéptico, con las cejas arqueadas.
-Si ¿Verdad? -se rindió devolviendo su atención a la pantalla.
-Hace hasta calor -comentó quitándose la chaqueta y lanzándola al suelo con un gesto amplio.
-Pon el aire si quieres -dijo Julián quitándole importancia al asunto y haciendo como si espantase moscas.
Ella se estampó sonoramente la mano en la cara y se levantó para acudir a la cocina y servirse un vaso de agua. Al regresar se sentó de nuevo con la misma brusquedad que la vez anterior y derramó las palomitas. Ante lo que Julián sólo se encogió de hombros.
-Ya las recojo yo, aunque sea tu casa -remarcó Andrea.
-Es que las has tirado tu...
-Pues haber sujetado mejor el cuenco...
-Lo siento, lo que pasa es que hasta ahora no había contemplado mi sofá como una cama elástica.
Ella puso los ojos en blanco y se agachó, se colocó en el suelo de rodillas y recogió palomita por palomita echándolas al cuenco.
-Hay un recogedor en la cocina -comentó él.
-¿Si? Pues en la cocina no es muy útil.
-Por eso, ve a cogerlo y así tardas menos -aclaró Julián comiendo de las palomitas que habían quedado en su regazo.
-No, no -se negó Andrea- a ver si me voy a perder algo de este emocionante torneo.
-Bueno, pues estate quietecita ¿quieres?
Ella se puso de pie indignada y se sentó de nuevo en el sofá, esta vez con delicadeza fingida, mientras se quejaba:
-Es que ya no se puede ni limpiar...
-¿Limpiar? -él la miró unos segundos- Oye si te aburre el partido puedes irte...
-Osea que encima de ignorarme me echas de tu casa.
-Yo no te estoy echando -se defendió rápidamente- pero es que como te veo incómoda...
-Bueno, yo pensaba que me ibas a decir que si me aburría el partido podíamos ver otra cosa, o hacer otra cosa -sugirió.
-Si, si, tú sólo espérate quince minutos que ya se acaba, estoy seguro de que no hay prórroga.
-Si tú lo dices...
Y sorprendentemente se contuvo unos minutos tratando de pensar una nueva estrategia, aunque aquella locura había llegado a niveles complejos. Finalmente, a los tres minutos se colocó cabeza abajo en el sofá, con las piernas cruzadas suspendidas en el aire.
-¿Pero qué haces? -exigió saber Julián.
-Es que hoy me he saltado mi clase de yoga por venir contigo.
-Vaya, pues no sabía yo que había yoga a las once y media de la noche -inquirió. Pero poco después se produjo un penalti en el que su equipo falló- pero si es que eres un estorbo -comenzó a gritar a la televisión- con las melenitas esas, que seguro que no ves, para vender colonia es para lo único que sirves pedazos de... fuf, mira que fallar eso.
-Pues si, hay yoga hasta horas insospechadas en el gimnasio -seguía ella.
-Seguro que la sesión dedicada a la paciencia te la saltaste el viernes pasado también.
-Pues seguro que también sería para venir aquí a pasar un rato contigo, aunque... para la cuenta que me estás echando...
-¡Espérate que termine el partido! -estalló.
-Haberme dicho que te ibas a quedar mirando a la cajita tonta y no vengo tan temprano -se justificó dándose la vuelta de nuevo para intentar ponerse el pie en la cabeza.
-Pero si es que yo pensaba que te gustaba el fútbol Andrea... ¡Será posible! ¿¡Pero a ti para qué te pagan portero!? Ya hemos tenido que empatar...
-¡Oh Dios mío qué desgracia! -bromeó Andrea- No sé como no explota el mundo después de este terrible suceso.
Pero el muchacho no lo tuvo en cuenta, por lo que ella se calló unos minutos, de hecho finalizó en tiempo añadido y en lugar de acabar tendría que pasar a la prórroga.
-¡Por fin se ha terminado!
-No se ha terminado, no. Ahora juegan dos tiempos de quince minutos después del descanso -la corrigió.
-¿Pagas por esto? ¿Por ver un montón de partidos iguales de equipos de por ahí?
-Si... para esto pago, para esto pago. Y los partidos no son todos iguales sino que como tú no ves ninguno pues...
-¡Y no te aburres Julián? -le preguntó cuando el chico trataba de oír lo que decía el locutor sobre la lesión del capitán.
-Me aburro de otras cosas antes -estalló muteando la televisión- de ti, por ejemplo, me tienes aburrido.
Ella se echó las manos al pecho ofendida.
-¿Aburrido tú? ¿Y yo qué? Llevo aquí tres cuartos de hora viendo algo que ni me va ni me viene, de verdad que cuando te pones así me dan ganas de irme...
-Pues dicen que retener el instinto es malo -sugirió Julián.
-Ya me estás echando otra vez -se quejó.
-Yo no te estoy echando, te vas tu sola porque quieres...
-Si, me voy, si -se levantó y cogiendo su chaqueta del suelo alcanzó la puerta en un par de zancadas- y después no me vengas pidiendo perdón y persiguiendo con palabrería.
-Que si, que si -él había puesto de nuevo su atención en el aparato- Hasta mañana.
-Más quisieras tú -le respondió ella.
Aún así Julián ni se inmutó, mientras ella colocaba el abrigo en la puerta y recogía sus cosas metiéndolas en el bolso.
-Menos mal que se va... -murmuraba- vaya partidito que me ha dado la muchacha, pero vamos, seguro que se le pasa...
-¡Comienza la prórroga en este emocionante partido...! -gritaba el locutor desde el televisor.
-Estás deseando que me vaya ¿No? -preguntó Andrea desde la puerta.
“Con lo rápida que es para otras cosas... el tiempo que va a tardar en recoger” pensó él.
-Pero que sepas que luego estas cosas no se arreglan tan fácil, no señor, no se arreglan tan fácil. Mañana no me vale una disculpa -comenzó a contar con los dedos- Me obligas a ver el partido, no me echas cuenta, me sacas de tu casa con indirectas, dices que te aburro... Mañana esto no se arregla tan fácil ¿te enteras? No se arregla ¿Me oyes? Aunque claro tú mañana ni te acordarás de mi.
-Si me voy a acordar, si me voy a acordar -murmuró cuando la puerta se cerró de un estallido- mejor que nunca.



domingo, 21 de febrero de 2016

Perfect Woman


Andaba buscando a la mujer perfecta, desde que me operaron cada vez que una nueva enfermera aparecía por la puerta soñaba con que fuese tal como la imaginaba: rubia, alta, delgada, de ojos claros, piel bronceada…. pero nunca aparecía. Lo máximo que llegaba a ver era a una señora vestida con pijama de media manga y pantalones anchos llenos de dibujos simpáticos que cumplen el objetivo de agradar a los niños, bolígrafos metidos en el bolsillo que todo atuendo de enfermero o médico posee en el pecho. Realmente que sea ideal o no, no altera el resultado ni la hace mejor profesional pero (aunque nunca suelo quejarme de nada) me gustaría que me atendiese la mujer perfecta. O al menos me hubiese gustado, ahora que he empeorado tanto ya me da igual, de hecho casi prefiero que Auxi, la regordeta que me trata siga haciéndolo porque no estoy presentable; Debo parecer un monstruo con el pelo enmarañado y la boca goteando espuma cada día, si la mujer perfecta entrase por la puerta no sé que haría con este aspecto.

La cosa no parecía mejorar a pesar de mis muchos rezos y plegarias así que seguía hospitalizado en estado de “riesgo” (No sé que clase de riesgo, supongo que peligro de muerte por aburrimiento) manteniendo a mi familia en vilo todos los días con mis problemas sin solución.

La mañana que me cambiaron la medicación a una más fuerte tenían que trasladarme a otro hospital debido a la rareza que tenía metida en el cuerpo, lo cual significaba un cambio de enfermera también. Aunque éste tampoco resultó ser ideal, de hecho era un hombre. Sólo verle pasar a la sala, tan alto y ancho de hombros con la barba espesa y oscura a preguntarme el color de mis… excrementos me hacía querer morirme. Ésta medicación nueva además me ponía de mal humor y provocaba que gritara a todo el mundo, lo que hacía las visitas de mi familia unas incomodas reuniones llenas de alucinógenos y palabras desagradables.

Día tras día fui empeorando y mi repertorio de palabrotas, maldiciones y excusas se amplió notablemente (lo cual después me hacía sentir mal) aunque en el instante en que ocurría no podía controlar lo que decía.

Entonces una mañana aún no me habían medicado cuando entró mi madre por la puerta blanca doble de mi habitación a darme los buenos días y fue ahí cuando me di cuenta de algo muy importante.

Llevaba todo el año buscando a la enfermera perfecta, a la mujer con el físico ideal que vendría a atenderme, sin darme cuenta de que todo ese tiempo la tenía delante de mis narices, mi madre, la única que había permanecido impasible a mi lado mientras enloquecía y enfermaba, mientras la insultaba y maldecía, mientras sufría y empeoraba. Tenía a la mujer perfecta siempre a mi lado sin reconocerla, sin agradecerle, sin aprovecharla… Y me siento afortunado por haberme dado cuenta en ese momento porque ahora puedo disfrutarla y pasar con la mujer ideal el resto de mi vida.
 
 

Dania García-Donas Márquez

sábado, 20 de febrero de 2016

La realidad de Becca.


La realidad de cada persona es lo que esta decida creer, ahora bien, lo que piensas no siempre es real. Cada uno tiene su propia forma, no correcta ni errónea, de ver el mundo y en consecuencia ese es el lugar en el que viven.

A veces el sitio que imaginamos en nuestra cabeza es denominado opinión, u opinar. El cual es sin duda en verbo suficientemente correcto ya que no es más que eso: el punto de vista de una persona.

Por eso en todos estos años he aprendido que hay que comparar las propuestas de cada uno si se quiere llegar a un trato medianamente justo, a un mundo en el que todos podamos vivir sin problemas, ya que el lobo siempre será el malo mientras sólo escuches la versión de caperucita... y aquí es donde entro yo; No, no soy caperucita, soy el felpudo que había en la puerta de la casa de su abuela ¿Nunca te habías cuestionado si existía? Mucha gente tampoco.

Así que esa soy, insignificante en la entrada de una casa por encima de la cual pasan los personajes principales sin tener el detalle de describir cuando se limpiaron sus zapatos en mi mullido cuerpo. Realmente nadie se pregunta si había o no alfombra exterior, nadie la describe en sus relatos y sobretodo nunca, NUNCA en mayúsculas, podrá ser protagonista porque es un simple trozo de tela por encima del cual pasan a toda prisa con la historia de comerse unos a otros.

Siempre me estoy preguntando como legué a ser felpudo... ni siquiera yo misma estoy muy segura. Supongo que para explicar eso tengo que remontarme a mi niñez.

La realidad especial en la que vivo comenzó a formarse cuando era pequeña, en eso influyeron varios factores: Que mi hermano tuviese dieciocho años cuando yo acababa de nacer fue uno de ellos, porque esto me dejó sola a la hora de jugar, otro factor fue que mis padres comprasen una casa alejada del centro de la ciudad o cualquier parque en kilómetros a la redonda, motivo por el que no tenía vecinos que convertir en amigos, aunque no cambiaría mi casa por ninguna del centro ya que estar a las afueras me posibilita una piscina y una pequeña extensión de césped.

A lo que voy, mi hermano me contaba todas las noches historias sobre hadas, magos, árboles que atrapaban a niños malos en su interior... y diversas razas mágicas y atractivas que él se inventaba con el objetivo de agradarme. Todo eso y más fue llenando mi imaginación hasta el punto de casi desbordarse de forma que siempre podía jugar sola ya que yo era todos los personajes a la vez, también las normas, el narrador y la historia... comparable con un libro correteando por el jardín lleno de muecas graciosas...

Y así acabó esta pequeña hada del bosque ( las que eran mis favoritas por los vestidos de bolsa de basura verde que solía fabricarme simulando hojas de los árboles) tratando de hacer amigas en el colegio. Al principio, como todo niño de párvulos, tenía algunas amigas a las que no les importaba que fantaseara cuanto quisiese pero poco a poco, mientras crecíamos mi imaginación fue estorbando y molestando a las chicas de mi alrededor; Ellas no podían comprender el mundo en el que yo estaba acostumbrada a vivir:

Llegué contenta a la hora del recreo como siempre y acompañé sosteniendo un bocadillo envuelto en papel de aluminio a mi mejor amiga hacia el grupo de las populares o “pijas” como las llamábamos nosotras. Y aunque yo opinaba que una intrusión con ellas no podía hacernos nada bueno tampoco quería apartarme del resto de las chicas auto-marginándome. Estas niñas eran lo que llamaríamos las clásicas malvadas de las películas, las famosas del colegio a las que todo el mundo admiraba sin ningún motivo aparente más que por su belleza, y aunque pueda parecer típico estas chicas existen de verdad, es absolutamente cierto, ellas están en todos lados enterándose de cada cosa que pasa en la vida de otras personas, y puede que ellas no sean de esa forma tan exagerada como las pintan: comiendo chicle y vistiendo minifalda pero si que existen en otras modalidades. De hecho a veces me gustaba pensar en ellas quedándose con la mente en blanco debido a que conocían tantos datos sobre otras personas que acabarían olvidando su propia existencia.

Pero el caso es que ese día me acerqué a ellas mientras estaban jugando a imitar su serie de televisión favorita, ambas (mi mejor amiga y yo) preguntamos ilusas e inocentes si podíamos jugar a lo que contestaron que todos los personajes estaban cogidos menos uno.

“Yo puedo inventarme uno para mi si no hay más” Propuse para poder participar también ya que mi amiga “se había pedido” el que quedaba por cubrir. “ Tengo el pelo largo y rubio y la cara plagada de pecas...” recuerdo que empecé a describir antes de que Eloisa cortase mi fantaseo.

-No puedes inventarte un personaje, sólo debemos usar los de la serie -me miró falsamente apenada- Yo sé que tu tienes mucha imaginación pero aquí no sirve.

Tras esto me despidió con la mano literalmente y yo como una tonta le sonreí diciendo que no pasaba nada. Ahora se que eso habría sido una especie de marginación social pero en ese momento sólo me preguntaba porque Ella había hablado de mi imaginación como si fuese algo malo cuando para mi era una maravillosa forma de escapar del mundo real dando la espalda a todas las normas que la naturaleza establecía. Pensaba que eran unas tontas por no dejarme jugar y que no se merecían que suplicase un personaje así que me marché dedicándoles mi mejor sonrisa de manera que casi me convencí a mi misma de que no me había molestado, procuraba que así fuese, que nunca me molestara. Pero tras pasar unos minutos sentada sola mirando al infinito, lo que para mi no era algo negativo ya que me dejaba tiempo para pensar y alucinar con las cosas que se me llegaban a ocurrir en a penas media hora, cuando una profesora se me acercó a preguntarme por qué estaba sola. Mi respuesta fue “ Porque aprecio mi imaginación” con lo que ella se rió comentándome que estaba muy bien pensar en la fantasía pero que tener amigos también era importante así que debía hacer un esfuerzo por compartir “es don mio” ,como ella lo llamaba, con el resto de seres humanos.

Por eso decidí encerrare en el baño el resto de los recreos, realmente oía un poco mal pero por lo demás me era indiferente el sitio donde pasaba mi tiempo libre deseosa de que sonase la estrepitosa sirena que me indicaba la marcha a clase; A veces también, muy de vez en cuando y siempre que llevase el atuendo deportivo me marchaba con los chicos de mi clase a jugar al fútbol, y aunque no solía hacer mucho puesto que era pésima, me entretenía estar atenta de la posición de la pelota y charlar con el pobre del portero al que seguro debía tener frito; aunque esto no duró mucho ya que mis“compañeras” de clase no tardaron en burlarse de mi y expandir rumores sobre el asunto de una chica jugando con un montón de chicos al fútbol.

Ellas solían argumentar que sólo estaba haciendo el paripé porque me gustaba un chico de la clase, algunas llegaban a insinuar que me gustaban todos y otras veces decían que era una marimacho. Ahora que me escucho a misma decir todo lo que me ocurría se que era cruel pero en ese momento no entiendo que tipo de felicidad embargaba mis huesos de forma que no podía llegar a odiarlas como debería haber hecho. Por suerte los chicos me protegían cuando ellas trataban de entrometerse en el partido de fútbol apoyándose en que si yo podía jugar ellas también e invadían el campo obstaculizando el juego, a lo que ellos respondieron:

-Becca puede jugar pero vosotras no -no consigo recordar claramente quien lo dijo pero sé que fue uno de mis compañeros.

-¿Y por qué ella si y nosotras no? -preguntó Eloisa acusándome con el dedo.

En esos instantes mi sensible cuerpo infantil estaba a punto de marcharse al baño para no generar problemas entre los chicos y las chicas que nunca habían existido cuando ellos continuaron protegiéndome:

-Pues ella puede participar porque la habéis dejado sola.

En ese momento no sabía bien como reaccionar, me habían protegido, a mi, a la chica que a penas llevaba un par de días con ellos, la que distraía al portero ayudando al equipo contrario con los goles, la que no hacía más que estorbar en medio de la pista sin poder apuntar para chutar bien ni un solo balón. Me habían defendido mejor de lo que mi más preciada amiga lo hizo alguna vez, sin apenas conocerme me habían aceptado en el grupo y ayudado a integrarme.

Pero aunque aprecié mucho este gesto las populares y no tan populares vinieron día tras día a molestar con sus insultos indirectos hacia mi cortando y malgastando los escasos minutos de partido que teníamos así que comprendí que debía marcharme, debía volver a la oscuridad de los servicios malolientes a llorar.

Pero todo eso fue antes de que la nueva Becca surgiese, eso fue antes de que yo misma me mirase a los ojos en el espejo y dijese: No más Becca, nunca más sola, nunca más callada. Ahora vas a decir todo lo que piensas y respetarás al mismo tiempo lo que eres y lo que quieres. Y así fue, desde ese momento discutí todos los rumores que se refiriesen a mi, siempre hablando con respeto hacia cada uno e hice nuevas amigas, casi tan falsas como las anteriores todo hay que decirlo, pero esta vez sabía como torearlas; Estaba decidida a elegir mi vida y la forma en la que la vivía sin condicionamientos ni modas. Estaba preparada para sacar todo lo bueno que sabía hacer al mundo y demostrar que la forma de ser de cada persona tiene que ser respetada y que mía era muy respetable.

Años después y aunque pueda parecer algo irónico escribí un libro llamado: “El felpudo de caperucita roja” en el cual narraba lo que ocurriría si los objetos inanimados del cuento cobrasen vida e arreglasen la historia a su manera manteniendo a todos los lobos bien alejados del objetivo; describiendo exactamente lo que había pasado en mi vida, como pasé de ser una insignificante y pisoteada alfombra a la protagonista de mi propia historia escuchada y correspondida.

Por eso comprendí cuanta razón tenía mi madre al consolarme por las noches diciendo que el tiempo ponía a cada uno en su sitio, porque lo hacía, los años te ayudaban a cambiar y las dificultades te hacían más fuerte por eso puedo afirmar sin duda que las personas quedan al final en el lugar que merecen, y ese, aunque parezca que no, es el que cada uno va fabricando desde un principio aunque a los malos corazones pueda sorprenderles un final inesperado.
 
Dania García-Donas Márquez (10 años)
 

sábado, 9 de enero de 2016

Sombras En Alemania booktrailer





Espero que disfrutéis de este tráiler que he grabado sobre mi libro y que os entren muchas ganas de leerlo :)

domingo, 3 de enero de 2016

De compras con mi padre

Caminar de compras con mi padre es extraño, lo admito. Desde que mis padres fueron separados por el destino, vivo con él en la fría y enorme casa junto a mi hermana pequeña y la cuestión de la ropa es algo extraña. De alguna forma ese apartado siempre ha sido cosa de madres e hijos pero claro, como mi madre ya no está no tenemos otra. Al principio se me hacía raro y puede parecer tontería pero realmente me resultaba muy incómodo viajar con mi padre de aquí para allá en un supermercado o tienda de ropa. Sé que está sonando sexista y todo lo demás, pero es la realidad de lo que siento y no me gustaría maquillarla a la hora de escribir por el simple hecho de lo que pueden pensar. Quizás si mi hermana y yo fuésemos chicos variaría la cosa, pero siendo como es, bueno, mi principal preocupación era, al principio, que tomasen a mi padre como gay al verlo entrar en todos esos sitios de chicas. Aunque en seguida me di cuenta de que puede parecer muchas cosas, pero no homosexual. Después estaba la cuestión del estilo, de lo que pega y lo que no, de lo que es arreglado y lo que funciona como chándal; porque para él unos pantalones cómodos y una camisa deportiva son la prioridad y aunque admito que me encanta vestir así pues es muy cómodo cada ocasión tiene traje. Así que también hemos obligado al pobre a especializarse en moda de salir. La parte del supermercado y la cocina también le cuesta mucho, quiero decir que, a menos de que sea pre-cocinado, pasta o algo que pueda meterse en el microondas... no tiene muchas más salidas, y ahí si que no lo podemos ayudar nosotras, salvo diciéndole que todo lo que cocina nos encanta o comiendo en casa de nuestra abuela.
Al principio no apreciaba todo su esfuerzo pero ahora, poco a poco, me voy dando cuenta de que está haciendo de padre y de madre a la vez para nosotras y eso tiene un mérito increíble, por eso creo que mi padre es como sobrehumano, mejor dicho, es la mejor persona del mundo y mi ejemplo a seguir.


viernes, 1 de enero de 2016

Ampliación de naufrago

Este texto es un tanto especial ya que para comprenderlo deberíais leer antes un trozo de una historia ya escrita, pero intentaré resumir lo mejor posible para que no tengáis que leer demasiado. La novela se llama Relato de un náufrago y fue escrita por Gabriel García Márquez, gran escritor en mi humilde opinión. La cuestión es que leí a penas dos páginas de su relato casi por casualidad y no pude evitar inventar en mi cabeza un final, ya que desconocía el resto de la obra, de modo que os escribo un pequeño resumen de estas dos páginas y seguido el final alternativo que inventé.

RESUMEN:
Un hombre ha naufragado y se encuentra solo y sin comida en una barca durante largas semanas. Trata de comerse las tiras de caucho de sus zapatos o incluso las tarjetas de cartón mojado que llevaba en el bolsillo sin esperanza. Entonces un día ve unas gaviotas que podrían significar que se encontraba cerca de un puerto pero, tras ver varias tardes seguidas a las mismas gaviotas volando sin rumbo fijo comprendió que estaban tan perdidas como él.
Ha sido un resumen demasiado basto pero me gustaría poner sólo lo necesario para que pudieseis comprender la continuación que he escrito a partir de esto.

CONTINUACIÓN:
¿Tenía sentido seguir sobreviviendo entonces? A sabiendas de que cada día te encuentras más lejos de tu destino favorable y más cercano a otro que no lo es tanto ¿Tenía sentido seguir peleando? ¿Sufrir más tiempo si al final acabaría muriendo? ¿Tenía sentido subir el calvario en conocimiento de que arriba no encontraría más que una cruz? Según su mente desgarrada no, quería dejar de sentir dolor, hambre y sed, simplemente pensó que sería fantástico dejar de vivir y eso intentó pero descubrió que no era tan fácil.
Se colocó en el fondo de la barca y amarró las cuerdas a su alrededor asegurándose de que el cuerpo no se le saldría de allí, ya que todo ser humano desea ser recordado y puestos a morir mejor no hacerlo siento pasto de los tiburones, sujetarse al único punto de apoyo estable y positivo que podía quedarle; Mejor pensar que alguien encontraría su cuerpo y sería recordado, enterrado y llorado como Dios manda. Pensar que la gente sabría de su sufrimiento y admiraría el tiempo que permaneció impasible sobreviviendo en su metro cuadrado de barca.
Entonces se paró a pensar, hasta el momento se había encontrado muy ocupado con su propia subsistencia, pensando en sacar comida de donde no la había y soluciones que no estaban a su alcance... y ahora simplemente podía dedicarse a viajar con su mente más lejos que eso, comenzó a sentir, a imaginar, comenzó a recordar...
Y comprendió a qué se referían las monjas que lo educaron cuando le decían que Dios no te pide cuenta de todo lo bueno que has hecho en tu vida sino de lo que has dejado de hacer. Aunque claro, Dios no le hablaba aún, era él mismo el que se estaba exigiendo una confesión sincera y se sorprendió con su paupérrima autocompasión. Resultó que no había nada de: ayudé a mis padres cuando... y mucho de : ¿Por qué no hice...?
¿Quién puede augurar el día de su propia muerte? Nadie posee la capacidad de adivinarlo, y si tuviésemos la oportunidad de saberlo tampoco mucha gente querría tales conocimientos, al menos los sabios rehusarían semejante información. Pero él estaba seguro de saber su muerte próxima, de quererlo.
Y pensó que no había abrazado suficientes veces a sus dos hijos, que no había sonreído todos los días, pensó en esa vez que dejó de ayudar o de trabajar por pereza, cuando se dio por vencido, cuando se guió tan sólo por el dinero en sus acciones, cuando cesó de quererse y valorarse... reflexionando justamente era un idiota de categoría y eso que había pensado siempre que su vida era buena y su carácter aceptable, pero ese fue el problema; que su vida era un regalo, cada día nuevo en el que podía volver a abrir los ojos estaba cargado de felicidad, nuevas oportunidades, amor... y él creyendo que era desgraciado con su “no tan bien pagado sueldo”.
¡Cuántas cosas le habían quedado por hacer! Casi parecía que la lista precisase un par de vidas o tres para completarse y sin embargo había tenido todo una por delante y a penas conseguido cumplir algún que otro objetivo.
Después de este, su momento más cuerdo, llegaron las alucinaciones sobre vivencias al pobre hombre.
Creyó asomarse por el borde de la astillada madera de la balsa para ver las olas golpearla con suavidad y mecerlo a merced del sol abrasador cuando el reflejo de su adorada familia apareció entre las ondas de líquido transparente mezclado con espuma amarillenta; él intentó tocarlos, llegar hasta ellos, pero se encontró con el frío tacto de la mar salada recordándole que nada era real.
Cerró los ojos entonces reteniendo las lágrimas, aunque finalmente acabase por contribuir en aumentar la masa del mar un par de gotas. La única diferencia era que las suyas estaban calientes y adquirían un color oscuro al atravesar su cara quemada por el sol antes de caer y diluirse entre tantas otras gotas... pero, cuando lo hicieron y él abrió los ojos de nuevo, su familia estaba allí. A penas unos metros hacia delante, en tierra firme, vestidos de negro aunque en trajes de tirantas bajo los acusadores rayos del verano, esperándole mientras se servían de un solo abanico para los tres.
No se dio cuenta de si desembarcaba o no, ni de como consiguió librarse de las ataduras o salir de la barca, parecía como si se hubiese transportado allí, junto a ellos. Y ahora estaba abrazando a su hija mayor... aunque de repente ella se asustó y lo apartó bruscamente con sus pequeñas manos observando horrorizada las marcas de dentadura que el padre había dejado sobre su hombro ¿Había mordido a su propia hija? Algo se le murió por dentro de pensarlo ¿Realmente podía el hambre desesperarlo de aquella manera? ¿Podía haberla mordido nada más volver a verla?
La respuesta era que no; despertó en la noche respirando entrecortadamente, lo había soñado, seguía en la barca y no había ni lágrimas, ni tierra, ni familia, ni mordidas, ni espuma, ni ataduras sueltas, ni puerto. Nada.
-¡No puedo simplemente morir! -trató de gritar.
Pero su garganta sólo le permitió forzar un gruñido horrible y desgarrador provocándole un terrible dolor y recordándole su poca hidratación y uso durante el tiempo que permaneció allí.
Se desató desesperado haciendo a sus uñas sangrar con el forcejeo de los nudos gruesos y empapados y levantándose precipitadamente casi perdió el equilibrio; la oscuridad se extendía hasta donde sus ojos no alcanzaban a ver y el frío que tanto añoraba no soplaba en el mar calmo y nocturno. De nuevo ellos estaban allí, sus familiares. Su hija, su hijo y su esposa. Esta vez algo más lejos, esperando en el muelle mientras movían efusivamente las manos haciéndole señas y gritando palabras que se perdían por el camino. El pobre hombre se arrodilló tratando de remar con un brazo y redirigir la embarcación hasta el lugar, pero por más que manoteaba las oscuras aguas no conseguía acercarse, de hecho ellos se alejaban más y más hasta que finalmente se perdieron en la noche.
Por esto llegó el último sentimiento posible, lo asumió. Asumió tras caer derrotado sobre las salpicadas maderas que no iba a verlos más, que no iba a vivir, asumió que estaba alucinando, que podía rendirse como había intentado pero la muerte quería más que eso, ella prefería verlo morir poco a poco mientras se volvía loco y famélico... mas nuestro hombre era más listo, era más rápido que ella. No quería sufrir más sin sentido, ni alucinar, ni sentir hambre, sed o añoranza... volvió a sujetarse con la cuerdas gruesas y saladas al armatoste de madera el brazo izquierdo y arrancando una astilla grande del reposabrazos antiguo y empapado se desgarró dicha muñeca, sorprendido del poco dolor que sintió en comparación a los últimos días infernales procedió con la otra.
Por eso creo que burló al sufrimiento y esclavitud que lo ataban a este mundo, porque fue más listo que la muerte, más cuerdo que las alucinaciones, más persistente que el hambre, más rápido que la sed, más fuerte que la añoranza... y ahora está en un lugar mejor.





sábado, 12 de diciembre de 2015

¿El saber es un Don?


-El saber es un don ¿Verdad?

-Ansiaba tanto que me preguntases eso -no le mentiría si le dijese que de no haberlo hecho se lo hubiese desvelado tarde o temprano pero eso prefiero no comentárselo pues así no perderá las ganas de preguntar.

-¿Me contarás una historia o me propondrás un acertijo? -preguntó.

-Apuesto a que eso puedes decírmelo tú -le dediqué una sonrisa cómplice.

-Me contarás una historia -contestó dándose cuenta de la artimaña y se acomodó en su asiento.

Supongo que después de todo el chico no es tan tonto, nunca había utilizado ese truco con él pero había pillado al vuelo que mi oración en sí ya era un acertijo por lo tanto la opción que quedaba libre era la historia:



-Lo siento mucho -se disculpó y agachó la cabeza- pude escucharlo pero no oírlo.

-Sé que a veces puede costar más comprender que entender -admitió el maestro- pero aún así a usted no debería haberle sucedido -la fulminó con la mirada- espero que no vuelva a ocurrir.

Se marchó de la sala golpeando fuertemente la puerta mientras Maie se mantenía rígida como una piedra, realmente le dolía el fracaso.

-No le escuches -la alentó Ashi colocando una mano sobre su hombro- A veces los maestros olvidan que todos no somos iguales que ellos.

-Pero podríamos serlo si nos esforzásemos, y es evidente que yo no he hecho mucho esfuerzo -se culpó.

-Siguiendo esa teoría no debería haberse referido a ti en concreto, si tomamos como biblia lo que dices, debería haber reñido en general -la persuadió Ashi- Sin embargo él no volverá a pedirte disculpas por su error o su comportamiento y tú tendrás que hacer todo lo posible para que jamás te vuelva a ocurrir así que no te culpes a ti misma, ya hay demasiada gente en el mundo que se encarga de eso.

Maie sabía que Ashi estaba equivocada casi tan bien como que hacerla cambiar de idea sería imposible. Pero con el apoyo de Ashi o sin él, ella pensaba seguir escuchando y escuchando hasta lograr oír.

Era la primera vez que el maestro Fareth explotaba de aquella forma así que la noticia se extendió rápidamente por la universidad. Aunque eso no era lo que le llamaba la atención a los estudiantes, la pregunta que ellos se hacían era: “¿Qué será eso tan importante que la chica no pudo oír?”

-En ningún momento me alzó la voz -desmintió Maie apartando a un par de chicas curiosas de su lado.

La noticia no sólo se había extendido, había tantas versiones de lo ocurrido que se podría escribir un libro. Algunos contaban que Fareth gritó hasta que los cristales retumbaron, decían que contestaba en sirha para que nadie pudiese oír lo que mascullaba, otros incluso afirmaban que la había golpeado antes de marcharse.

Maie hizo todo lo posible por desmentir aquella historia, lógicamente, nadie quiere enemistarse con un maestro con el que pasará dos años más.

Si bien estos rumores llegaban a los oídos de Fareth el parecía hacer caso omiso de ellos, pero aún así, todo el mundo puso la oreja cuando él citó a la chica a su despacho para hablar.

Maie estaba muy tensa y ni siquiera el lugar tranquilo y agradable al que se dirigía podía evitar eso. El maestro la vio de lejos y le hizo señas para que se acercase.

-Maestro Fareth han corrido rumores, rumores inciertos – se apresuró a aclarar nerviosa- yo no los he difundido.

Podría parecer que ésta era una manera poco sutil de expresarse, pero si alguien es capaz de pensar así, es porque aún no ha probado a explicarse cuando está nervioso.

El maestro inspiró hondo y espiró tranquilamente.

-Hasta mis oídos han llegado esas mentiras -hizo una pausa teatral al ver la cara de Maie- pero me he dedicado a escucharlos en lugar de oírlos -Fareth sonrió.

Puede que lo dijese para relajar tensiones y confraternizar con ella pero la chica no lo entendió así y se mostró aún más nerviosa removiendo las manos sobre su regazo.

-Además -añadió el hombre al comprender la situación- los que difunden los rumores son estúpidos, y me consta que usted no es estúpida.

Maie soltó sonoramente todo el aire que había estado reteniendo y se relajó un poco. Entonces se creó un silencio incómodo; El maestro esperaba que la chica preguntase mientras ella estaba convencida de que no debía decir nada por muchas preguntas que tuviese, pero entonces Fareth ladeó la cabeza dándole a entender a su alumna que tenía permiso para hablar.

-Y ¿Por qué me ha traído usted aquí? -preguntó entonces.

-Porque es un lugar bonito -respondió el maestro decepcionado.

-¿Cuál es el tema del que quería hablarme? -comprendió Maie enseguida.

-Esa era la pregunta que estaba esperando -el rostro del maestro se iluminó- te he traído aquí para que me expliques que viste u oíste. Si crees que no lo recuerdas todo, al menos algunas partes.

-En realidad lo recuerdo todo con exactitud -dijo orgullosa- lo único que me dijo fue: La clave está en el amor del odio.

Permanecieron un breve tiempo callados hasta que el maestro analizó y comprendió el significado de la oración.

-Supongo que esto de difícil de entender para alguien que nunca haya odiado a nadie -admitió- pero con odiar no me refiero al recelo que se guardan algunas personas, con odiar me refiero a querer que el otro esté siempre muy lejos de ti, o siendo algo más radical, estaríamos hablando de al que querrías ver muerto.

El maestro sabía que cuando Maie había entrado nueva el pasado semestre Gress se había burlado de ella por no tener ni idea de química.

-Si en uno de tus trabajos de química -comenzó a exponer Fareth para que ella comprendiese- algo saliese mal, algo sin pies ni cabeza... Imagina que tú lo has calculado todo meticulosamente y el agua que tienes en la mano explota ¿Qué pensarías?

Maie sonrió dándole a entender al maestro que había captado lo que quería decir pero aún así él insistió en que respondiese con un gesto.

-Pensaría que alguien me lo habría saboteado, pensaría que Gress me habría manipulado el trabajo -contestó.

-Tú quieres que sea él el culpable porque lo odias. Pensar que ha sido él te tranquiliza porque sabes que sólo tienes una persona en tu contra y por otra parte te irrita y quieres devolverle la jugada en cuanto puedas.

-El amor del odio -repitió ella pensativa- ¿Su enemigo la mató? ¿Ya está? Así de... - ni siquiera le hizo falta pronunciar la palabra “fácil” cuando vio sonreír al maestro y supo que estaba en lo cierto, que era así de fácil.

-Estoy orgulloso de que te hayas dado cuenta -admitió el maestro tornando después su rostro a uno serio- ahora ¡olvídalo!

Maie aún estaba triunfante cuando lo escuchó.

-¿Qué? ¿Por qué debo olvidarlo?

-La ignorancia es un don -le aclaró el maestro- cuanto más sepas más pueden usar contra ti, de modo que olvida la información.

-¿Qué información? -preguntó Maie enigmática, aunque no pudo contener una sonrisa.



Y aún así supongo que no fue suficiente, pasados dos meses nadie supo nada más de ella como si la tierra la hubiese tragado y bueno, puede que me culpasen en parte a mí, porque fui el último maestro que habló con ella pero en mi humilde opinión creo que ella no trató de dejar atrás la información y por eso la atacaron.

-Entonces ¿La ignorancia es un don o el saber es un don? -preguntó- ¿Ambas cosas pueden serlo?

-El saber no es un don, al igual que la ignorancia tampoco puede ser clasificada como tal; los dones son regalos y tanto el saber como la ignorancia son frutos de la dedicación.

-¿Y entonces qué saco yo de esta historia?

-Apuesto a que eso también puedes decírmelo.

Miró al suelo pensativo.

-La respuesta del acertijo -atinó a decir.

Sonreí, definitivamente sería mi aprendiz.
 

Dania García-Donas Márquez en Mérida


martes, 8 de diciembre de 2015

El color de transparente


¿Y el color del transparente cuál será? Me repetía en mi cabeza una y otra vez.

Una parte de mi sabía que el transparente no tenía color, pero la otra se negaba a admitirlo, pensaba que si podía ver los cristales debían poseer algún tipo de pigmento y, que si el agua del río lucía verde al correr pero cuando la cogía se volvía transparente ¿Cómo es que podía verla?

-El transparente no tiene ningún color, es transparente porque deja ver lo que hay detrás -dijo la señora lógica.

-Si puede verse no será tan transparente como dices -rebatió su hermana la locura.

-Eso de lo que hablas sería invisible -contestó lógica.

-A lo mejor tiene un color oculto -comentó la pequeña fantasía.

-Si tuviese un color oculto lo habrían encontrado -la contradijo el señor pesimismo.

-O puede que no lo hayan encontrado y tenemos que ir a buscarlo -dijo el espíritu aventurero.

-Quizás es un color en sí -reflexionó la avidez.

Entonces cansada de oírlos discutir tomé de la mano a la pequeña fantasía y echamos a andar, no muy de lejos nos seguían locura y aventura.

-Quiero enseñarte algo -pronunció fantasía llevándome hacia un prado verde y extenso.

Nos detuvimos allí, en silencio, mirando hacia la hierva y la especie de cabina en medio de ésta, hasta que nos alcanzaron locura y aventurero.

-¿Qué es esa caja? -preguntó locura asombrada.

-¿Por qué cambia de color? -añadió aventura.

-Es una caja transparente -aclaró fantasía mientras todos nos quedamos mirándola maravillados.

La cabina era tan pronto verde como azul y cambiaba deprisa de modo que nunca llegabas a pronunciar el color que poseía sin que volviese a cambiar.

-¡Esta caja está estropeada! -exclamó la señora lógica.

-A mi me parece bonita -comentó locura a la recién llegada.

-Igual es que requiere que superemos alguna prueba para mostrarnos la verdad -propuso aventura.

-Siempre está así -los interrumpió entonces fantasía- supongo que nunca sabremos cuál es el color del transparente.

-Yo creo que está claro -una voz grabe me sorprendió por la espalda.

Era el ingenio que hablaba.

-Y ¿Qué ves tú, ingenio? -le pregunté- ¿Qué ves tan claro?

Él se colocó delante de la cabina para que lo viésemos todos y pudiésemos oír la explicación.

-El transparente tiene todos los colores a la vez, por eso nunca lo hemos sabido, porque estábamos buscando uno en concreto y cerrándonos de mente a la solución.

Le aplaudimos todos al señor que había realizado el descubrimiento haciéndome sentir orgullosa de él. Entonces ante la atenta mirada de la profesora volví a prestar atención a la pizarra en la explicación de los cuerpos opacos, transparentes y translúcidos que estaba haciendo durante la hora de física y química.
 
 
Dania García-Donas Márquez en Valencia
 


La navidad de José.


-Muy bien, como es el primer día de clase tras las navidades vamos a contar a nuestros compañeros qué nos han traído los reyes magos -explicó la profesora.

Todos los niños comenzaron a hablar estrepitosamente contando las experiencias de navidad y la mujer tuvo que mandarlos a hacer silencio de nuevo para que pudiesen explicar sus regalos uno por uno.

-Vamos a levantar la mano -comentó- y el que yo señale hablará.

En ese momento un mogollón de manos se alzaron en la clase e incluso con este método los niños seguían haciendo ruido mientras decían “Yo” para que la profesora los señalase.

-A ver Pablo ¿Qué te trajeron los reyes magos?

-Un coche tele-dirigido nuevo -contestó el niño orgulloso.

-¿Y a ti Luisa?

-A mi me trajeron carbón.

El comentario despertó risas entre los pequeños.

-¿Te has portado mal este año?

-No -se rió ella- era carbón dulce.

Entonces José alzó la mano, como uno más entre los muchos niños que la tenían levantada, dejando ver un agujero que su chaleco de invierno poseía. La profesora sabía de su difícil situación familiar así que se quedó sorprendida ya que otros años el pequeño no había recibido regalos.

-¡José!¡Qué sorpresa! ¿Qué te han traído este año a ti?

-Los reyes han sido muy buenos conmigo y me han dejado una caja grande de cartón -dijo.

Todo el mundo esperó expectante y como no decía nada más la profesora retomó la palabra.

-¿Y qué había en esa gran caja?

-Al principio yo no veía nada -narró el niño- pensaba que los reyes me habían engañado pero después mi mamá me explicó que ellos habían metido un poco de su magia en la caja y era toda para mi.

La profesora lo miraba enternecida mientras algunos niños se quejaban de que también querían un poco de magia de los reyes para ellos y entonces José se animó y continuó hablando:

-No creáis que tener magia es fácil, nada más abrir la caja se me escapó toda y mi padre tuvo que ayudarme el resto del día a encontrarla por la casa y devolverla dentro y aún así todavía no la hemos encontrado toda.

Los niños de su clase pronto olvidaron el regalo de José para seguir hablando de juguetes y otras cosas pero el pequeño pidió año tras año cajas de magia para poder jugar un día entero con su atareado padre y nunca jamás perder, olvidar o estropear su regalo más preciado: La ilusión y el tiempo que tenía.
 
 

Dania García-Donas Márquez en Madrid


miércoles, 25 de noviembre de 2015

La verdadera felicidad viene al darse cuenta de que nada es demasiado importante formato narrado





Placer de leer versión narrada





Seguro que los lectores entienden de lo que hablo... Como parte especial de este vídeo voy a añadir que lo escribí mientras leía en una playa de Teenmouth (Inglaterra) donde se avecinaba tormenta. Nos dieron algo de tiempo libre y yo me senté en el camino de asfalto que terminaba justo en la playa para leer tranquilamente con las preciosas vistas de la playa, pero no de cualquier playa sino de una fría. Fue curioso porque siempre suelo relacionarlas con días de verano, tiempo caluroso... Y estando allí empezó a llover. El viento ya me hacía imposible antes de eso leer pues me pasaba las páginas de allá para acá pero con el factor añadido de las precipitaciones tuve que refugiarme bajo la terraza de una cafetería para poder seguir con la tarea y fue allí cuando me di cuenta de que si de verdad te gusta leer no hay nadie que pueda pararte.