Pero claro, ahí estás tú, mirando el libro de matemáticas justo después de comer sin ganas de hacer absolutamente nada y aparece ella para mirarte. Simplemente se te queda en frente o al rededor aparentemente muy interesada por tu trabajo hasta que pasados unos incómodos segundos en los que simulas que estudias bajo su atenta mirada no puede resistirse y te ofrece algo, cualquier cosa.
-¿Quieres una oncita de chocolate hija?
Y claro tú por no hacerla sentir mal, obviamente sólo por ese motivo, aceptas el ofrecimiento. Pero haces mal, haces muy mal porque las abuelas y que ellas me perdonen la comparación, son como perritos abandonados, les das de comer una vez y te persiguen el resto del día.
Otra cosa muy peculiar en casa de los abuelos es la luz tan tenue que poseen las bombillas y la poca tendencia de nuestros mayores a usarlas. La mía por ejemplo dice a las siete de la tarde: ¡Abre las persianas y apaga la luz que hace un solito muy bueno! Y claro tu te sientes incómodo de decirle que no ves, porque entonces ellos empiezan con esa charla de que los ordenadores y los móviles o "Cajitas tontas" nos están dejando ciegos y que ellos a nuestra edad no tenían problema de vista ninguno, así que les dices: "Abuela déjame encender la luz aunque sea para encontrar la mochila, que después la apago yo"
Otra característica muy peculiar de estudiar allí son las telenovelas de las cuatro de la tarde porque, no se vuestra abuela, pero la mía que estar de los dos oídos y le sobra sordera para regalarle a todos los nietos ya que en el momento en el que por fin abandona su obsesión por alimentarte y atenderte se sienta en el sillón de orejas a ver la televisión y el medidor del volumen sale disparado por el lado derecho del aparato, además no te preocupes, la casa del siglo XIX, gigante, recubierta de mármol y con más habitaciones que un hotel está construida estratégicamente para que te enteres de todo lo que pasa en la serie sí o sí, te pongas donde te pongas.
Y eso que aún no he hablado de las visitas inesperadas de "amigas" o compañeras de misa de mi abuela. Que yo todavía no me he enterado cómo se hacen amigos en misa si no se puede hablar y hay que estar pendiente sólo del cura, pero bueno, el caso es que llegan unas amigas de tu abuela y ella empieza a presumir de ti, de lo guapa que eres, de lo buena estudiante, de lo obediente, de lo tranquila, de lo bien que te portas... y eso claramente te distrae ya que quizás no vuelvan a hablar bien de ti tan seguido.
Así que llegan las ocho de la tarde en casa de tu abuela y no has podido aprender nada pero sales de allí con una autoestima... con un suplemento alimentario... que ha merecido la pena seguro pasar tu día con los mayores seguro.
Dania García-Donas Márquez Valencia |
Olé mi niña
ResponderEliminarOlé mi niña
ResponderEliminarJajaja Muy bueno Dania!!
ResponderEliminarSoy Cristina la madre de Manolo
ResponderEliminarMuchas gracias por pasarte por el blog Cristina
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