Voy a contaros una historia
de una historia, un cuento de día de reyes sobre mi libro
especial. A mí desde siempre me ha gustado leer pero digamos que
antes no tenía demasiado interés, si alguien me daba un libro me lo
terminaba enseguida aunque... no los compraba o los pedía. Me gustaban, en cambio, no los devoraba como ahora, no me alimentaba de sus letras.
Claro que eso algún día tenía que cambiar... Fue el seis de enero
el destinado; ilusionada corrí junto con el resto de mis primos
pequeños a abrir los regalos que los tres reyes habían escondido,
por lo que debía buscarlos. Recorrimos todas las salas del antiguo
caserón de mi abuela que se encuentra en el centro del pueblo y
finalmente hallé una bolsa con mi nombre en el sótano justo al lado
de la de mis hermanos, todos volamos a por ellas sopesando y contando
cuantos regalos habíamos recibido; pero claro el sótano olía a
humedad y de sentarnos allí nos mancharíamos los pulcros trajes que
estrenábamos así que no fue hasta que llegué a la escalera de
mármol de la planta de arriba que abrí el primer regalo. Había
algunos que tenían formas extrañas y apetecibles pero otros dos, los
que más pesaban y se encontraban al fondo fueron los primeros que
miré, libros.
El primero era algo más
fino, de una autora que yo conocía y admiraba mucho. El otro...
sin duda algo más grueso, escrito por un inglés del que nunca había
oído hablar que poseía letra pequeña y páginas finas como las de la
biblia. Por lógica comencé a leer el primero, claro, eso era antes
cuando aún no sabía que en el mundo de los libros los más guapos y
atractivos son también los más gordos. Lo cierto es que ambos poseían una portada
muy llamativa según mi estilo, aunque lo mejor de todo está en el
interior, pero seleccioné el que estaba segura de que me gustaría y
para cuando lo acabé me pareció que leer era como ver películas,
pensé que acababa de presenciar la magia más increíble que había
visto en mi vida; era como un truco que nadie iba a poder a
desvelarte nunca porque debes descubrirlo tú mismo. Y eso que aún
no había empezado con el segundo libro, el cual hasta el momento
sigue siendo mi favorito entre todos los que he leído a pesar de que
esa decisión es cada vez más difícil. Siempre que lo releo
descubro algo nuevo, es el libro al que hago publicidad sin saberlo,
del cual me enamoré hasta el último personaje más secundario, el
que cuando presto noto hueco en la estantería y siento que me falta
algo importante, en el que imagino he ido creciendo a la vez que
el protagonista, lo considero mi amigo, sé su historia, él la
mía...
Desde ese día estoy muy
agradecida por haber recibido estos tesoros mientras los demás
presumían de zapatos nuevos; a partir de ese año siempre pido
libros por navidad y aún sigo sorprendiéndome al no aburrirme
nunca.
Me encanta, aún me acuerdo de ese día!
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